Albert Camus fue novelista, ensayista, dramaturgo,
filósofo y periodista, conocido por impulsar el pensamiento filosófico conocido
como absurdismo con obras como El mito de Sísifo (1942), por novelas como El
Extranjero y obras de teatro como Calígula (1945), La Peste (1947). Lamentablemente
murió a los 47 años en un accidente de coche cerca de Le Petit-Villeblevin en
1960.
Albert Camus consiguió convertirse en uno de los grandes
autores del siglo XX y ganar el Premio Nobel de 1957 por su producción
literaria, fue en parte gracias a los esfuerzos de su profesor de primaria.
Louis Germain no sólo le habló de la escuela secundaria, sino que también le
ayudó a preparar el examen de ingreso e incluso convenció a su abuela -que
quería que fuese aprendiz de algún comerciante local- para que le dejase seguir
sus estudios.
Nacido el seno de una humilde familia de colonos
franceses, con una madre analfabeta y casi sordomuda, y un padre que
prácticamente no llegó a conocer al morir en la Primera Guerra Mundial, Camus
no olvidó los esfuerzos de su profesor. Por eso, tras dedicarle el discurso de
agradecimiento al recibir el Nobel también le escribió una carta de su puño y
letra para agradecerle en primera persona todas sus enseñanzas.
Querido señor Germain:
He esperado a que se apagase un poco el ruido que me ha
rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un
honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la
noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, la mano
afectuosa que tendió al pobre niñito que era yo, sin su enseñanza y ejemplo, no
hubiese sucedido nada de esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de
este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha
sido y sigue siendo para mí, y le puedo asegurar que sus esfuerzos, su trabajo
y el corazón generoso que usted puso continúan siempre vivos en uno de sus
pequeños discípulos, que, a pesar de los años, no ha dejado de ser su alumno
agradecido.
Le mando un abrazo de todo corazón.
Albert Camus
La respuesta de su profesor
Pero tres años antes os podéis imaginar la enorme
satisfacción del profesor Germain al recibir la carta de su querido alumno
reconociendo sus esfuerzos y enseñanzas. Este le contestó de forma igualmente
sincera y emotiva con otra carta.
Mi pequeño Albert:
Soy incapaz de expresar la alegría que me has dado con la
gentileza de tu gesto ni sé cómo agradecértelo. Si fuera posible, abrazaría muy
fuerte al mocetón en que te has convertido y que seguirá siendo para mí
"mi pequeño Camus".
Todavía no he leído la obra, salvo las primeras páginas.
¿Quién es Camus? Tengo la impresión de que los que tratan de penetrar en tu
personalidad no lo consiguen. Siempre has mostrado un pudor instintivo ante la
idea de descubrir tu naturaleza, tus sentimientos. Cuando mejor lo consigues es
cuando eres simple, directo. ¡Y ahora, bueno! Esas impresiones me las dabas en
clase. El pedagogo que quiere desempeñar concienzudamente su oficio no descuida
ninguna ocasión para conocer a sus alumnos, sus hijos, y éstas se presentan
constantemente. Una respuesta, un gesto, una mirada, son ampliamente
reveladores. Creo conocer bien al simpático hombrecito que eras y el niño, muy
a menudo, contiene en germen al hombre que llegará a ser. El placer de estar en
clase resplandecía en toda tu persona. Tu cara expresaba optimismo. [...]
He visto la lista en constante aumento de las obras que
te están dedicadas o que hablan de ti. Y es para mí una satisfacción muy grande
comprobar que tu celebridad (es la pura verdad) no se te ha subido a la cabeza.
Sigues siendo Camus: bravo. [...]
Hace ya bastante tiempo que no nos vemos.
Antes de terminar, quiero decirte cuánto me hacen sufrir,
como maestro laico que soy, los proyectos amenazadores que se urden contra
nuestra escuela. Creo haber respetado, durante toda mi carrera, lo más sagrado
que hay en el niño: el derecho a buscar su verdad. Os he amado a todos y creo
haber hecho todo lo posible por no manifestar mis ideas y no pesar sobre
vuestras jóvenes inteligencias. Cuando se trataba de Dios (está en el
programa), yo decía que algunos creen, otros no. Y que en la plenitud de sus derechos,
cada uno hace lo que quiere. De la misma manera, en el capítulo de las
religiones, me limitaba a señalar las que existen, y que profesaban todos
aquellos que lo deseaban. A decir verdad, añadía que hay personas que no
practican ninguna religión. Sé que esto no agrada a quienes quisieran hacer de
los maestros unos viajantes de comercio de la religión, y para más precisión,
de la religión católica. En la escuela primaria de Argel (instalada entonces en
el parque Galland), mi padre, como mis compañeros, estaba obligado a ir a misa
y a comulgar todos los domingos. Un día, harto de esta constricción. ¡metió la
hostia "consagrada" dentro de un libro de misa y lo cerró! El
director de la escuela, informado del hecho, no vaciló en expulsarlo. Esto es
lo que quieren los partidarios de una "Escuela Libre" (libre... de
pensar como ellos). Temo que, dada la composición de la actual Cámara de
Diputados, esta mala jugada dé buen resultado. Le Canard enchaîné ha señalado
que, en un departamento, unas cien clases de la escuela laica funcionan con el
crucifijo colgado en la pared. Eso me parece un atentado abominable contra la
conciencia de los niños. ¿Qué pasará dentro de un tiempo? Estas reflexiones me
causan una profunda tristeza. [...]
Recuerda que, aunque no escriba, pienso con frecuencia en
todos vosotros. Mi señora y yo os abrazamos fuertemente a los cuatro.
Afectuosamente vuestro.
https://magnet.xataka.com/un-mundo-fascinante/la-carta-que-camus-escribio-a-su-profesor-de-colegio-tras-ganar-el-nobel-de-literatura#:~:text=Antes%20de%20terminar%2C%20quiero%20decirte,derecho%20a%20buscar%20su%20verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario